miércoles, 21 de julio de 2010

MEJORANDO EL APRENDIZAJE DE LOS ALUMNOS


Analizados los principios planteados en "Como el cerebro aprende" de Cain y Cain (1994), es posible inferir las utilidades que representan para el ejercicio de la docencia, estos principios nos señalan aquellos aspectos relevantes que facilitan las acciones y estrategias tendientes a mejorar las condiciones para un aprendizaje efectivo y significativo.

Las neuronas requieren de estimulación y experimentación para desarrollarse, vigorizarse, y a la vez construir nuevas conexiones neurales con la finalidad de mantenerse en continuo funcionamiento. Esto ocurre a través de toda la existencia de los individuos. En tal sentido, mediante el aprendizaje se modifica la estructura física del cerebro, dando paso a una continua reorganización del mismo.
Por otra parte los seres humanos poseen la capacidad de aprender, este proceso se genera a partir de actividades tales como: la observación, el hecho de examinar el entorno, recopilar variada información, la satisfacción de la curiosidad y la búsqueda de soluciones más probables.

Al promover el crecimiento y maduración de los alumnos a través de sus propias ideas y experiencias permite que se les forme una manera de pensar propia particularmente crítica y con argumentos consistentes, lo cual entregará una señal que ha progresado en su aprendizaje, ahora bien la discusión y el debate son estrategias metodológicas enriquecedoras, las que obviamente deben ser combinadas con otras modalidades, las que para dar un real sentido a la enseñanza se requiere fomentar y favorecer la reflexión, el entendimiento de los problemas planteados en el aula sobre la solución de los mismos, siendo esta retroalimentación el verdadero y eficiente aprendizaje logrado. En relación al párrafo anterior hace sentido citar a Morin (2001), quien plantea sobre la ceguera del conocimiento: “Un conocimiento no es el espejo de las cosas o del mundo exterior. Todas las percepciones son a la vez traducciones y reconstrucciones cerebrales, a partir de estímulos o signos captados y codificados por los sentidos; de ahí, es bien sabido, los innumerables errores de percepción que sin embargo nos llegan de nuestro sentido más fiable, el de la visión”, pues bien mientras cada uno no explore o experimente por si solo ese conocimiento y lo contraste con su propia realidad no tendrá validez en el tiempo y será un saber fútil.

Según plantea Wojtenek (2003), “Todo comportamiento es el resultado de una actividad y función cerebral”, dicho así, resulta relevante conocer los elementos de apoyo desde la visión de la educación emocional para que contribuya a los docentes, a asumir la enseñanza con otro tipo de argumentos orientados a prevenir el estrés negativo y la baja en la autoestima, comportamientos que frecuentemente repercuten en el fracaso de los alumnos, debido a que situaciones estresantes bloquean la información.

El conocimiento de cómo operan o funcionan estas actividades nos permite comprender que estos procesos proveen de información relevante y óptima, al momento interactuar con el cerebro y el sistema neuroendocrino, empleando estrategias que logran un mejor aprendizaje de los alumnos.

El hecho de conocer la importancia que representan las emociones para que el cerebro realmente aprenda, constituye un hito significativo, que evidentemente mueve a razonar profundamente al momento de planificar las estrategias docentes, por cuanto este conocimiento le imprime una dimensión novedosa, al materializar un aprendizaje concordante con las necesidades de los alumnos centrado en acciones antes impensadas. Esto es posible relacionarlo con lo expresado por Goleman (2006) quien reafirma lo expresado en sus palabras: “En la actualidad podemos comenzar a encontrarle sentido a cómo el cerebro dirige el comportamiento social y a su vez a cómo nuestro mundo social influye en nuestro cerebro y en nuestra biología”.

Para terminar, quisiera reforzar y agregar algunos elementos que se deben tener en cuenta para lograr que nuestro cometido tenga el éxito esperado como por ejemplo: Mucho del aprendizaje se obtuvo fuera de las salas de clases, esto me trae a la memoria lo dicho por Albert Einstein: “No necesito saberlo todo. Tan solo necesito saber dónde encontrar lo que me haga falta, cuando lo necesite”. Ser motivadores con los alumnos, esto hace sentido con lo manifestado por Plutarco: “El cerebro no es un vaso que hay que llenar sino una chispa que hay que encender”. El aprendizaje en el momento en que se necesita, la oportunidad y contingencia agregan valor a lo que se le entrega a los alumnos, también la importancia de cometer errores, así lo señala Morin (2001) “Es necesario introducir y desarrollar en la educación el estudio de las características cerebrales, mentales y culturales del conocimiento humano, de sus procesos y modalidades, de las disposiciones tanto psíquicas como culturales que permiten arriesgar el error o la ilusión”.

Finalmente, los principios estudiados están orientados a obtener de los alumnos un aprendizaje significativo, en efecto, son una vía para utilizar y acrecentar los nuevos conocimientos de cómo las personas aprenden y de esta forma actuar en el rol de docente como un facilitador del aprendizaje, creando ambientes propicios y coherentes con el objetivo que se quiere: “mejorar el aprendizaje de los alumnos”.

Bibliografía:
Caine, R., & Caine, G. 1994, Conexiones: Enseñanza y el cerebro humano. Menlo Park, CA: Addison-Wesley. Menlo Park, CA: Addison-Wesley.
Goleman, Daniel. 2006, “Inteligencia Social”, México, Ed. Planeta.
Morin, Edgar. 2001. “Los siete saberes necesarios para la educación del futuro”, Barcelona, Ed. Paidos
Wojtenek, Winfried. 2003, “Introducción a la Neurociencia”, lectura complementaria de modulo “Metodología del Aprendizaje”, Magister en Educación Superior, INACAP, 2009.