jueves, 17 de julio de 2008

EL IMPACTO DE LOS BIOCOMBUSTIBLES

Los Biocombustibles más desarrollados y empleados corresponden al Biodiesel y el Bioetanol. El Biodiesel se obtiene a partir de aceites vegetales, tanto usados como sin usar, a través de un proceso de transformación química, siendo el principal productor Alemania con el 63% de la producción mundial. El Bioetanol a su vez, proviene de maíz, de caña de azúcar, remolacha o desechos forestales por medio de procesos de fermentación de sus azúcares. En este tipo de biocombustible los principales productores son EE.UU., con el 45% de la producción mundial; y el segundo es Brasil con el 44%.

En la actualidad se utilizan alrededor de 120 millones de hectáreas de tierra para la producción de biocombustible líquido, que equivalen a cerca del 1% de la tierra cultivable del mundo, proporción que podría alcanzar del 2,5 % al 3,8 % para 2030 dependiendo de la situación. Pareciera ser que el destino dado a vastas aéreas territoriales para el cultivo de productos agrícolas con el objetivo de producir biocombustibles, hoy en día, se presenta como una amenaza para millones de habitantes del planeta.


Por otra parte, la demanda mundial creciente de alimentos especialmente de países emergentes, como India o China, que sumado a malas cosechas debido al cambio climático y por la poca productividad de los campos en algunas zonas del mundo, presionan fuertemente al alza de algunos productos a futuro como; maíz, soya, cebada, trigo y arroz.

Los bosques y la agricultura constituyen polo de absorción para los gases de efecto invernadero, así como una fuente y un usuario de energía. Los ecosistemas de las áreas en donde se está produciendo agricultura para biocombustibles se están degradando rápidamente.

En tal sentido, se evidencia que la producción de biocombustibles a partir de ciertos productos agrícolas, tendría un impacto negativo para la población mundial, lo que sitúa a esta alternativa energética como poco viable dada la dinámica actual.

¿Qué está ocurriendo?

La utilización de los cereales como materia prima para la producción de biocombustibles muestra un crecimiento en la presente temporada, de acuerdo a los pronósticos, se acercará el 2008 a los 100 millones de toneladas, de los cuales el maíz representa un volumen cercano a los 95 millones de toneladas. El maíz es el cereal principal utilizado para la producción de etanol, y los Estados Unidos detentan el liderazgo mundial en el sector. En el 2007/08, los Estados Unidos deberían utilizar para la producción de etanol por lo menos 81 millones de toneladas de maíz, un 37% más que en 2006/07.

La Unión Europea se ha planteado como meta que antes del año 2020 el 10% del combustible usado en automóviles provenga de biocombustibles.

La producción de etanol es sumamente intensiva energéticamente. Para producir 10.6 billones de litros de etanol, EEUU utiliza alrededor de 3.3 millones de hectáreas de tierras, que a su vez tienen un requerimiento masivo de energía para fertilizar, desmalezar y cosechar el maíz. Estos 10.6 billones de litros de etanol sólo proveen el 2% de la gasolina utilizada por los automóviles en EEUU anualmente.

Efectos no deseados y su impacto

Mayor uso de suelos destinado a la producción de biocombustibles

Para sustituir el 10% de los combustibles para el transporte a nivel mundial sería necesario dedicar cerca del 9% de las tierras agrícolas del planeta, eso es 6,7 millones de Km2. Lo señalado, significa que la fabricación de biocombustibles podría provocar una disminución de las tierras disponibles para la producción de alimentos en países donde ya hay hambruna.

Destrucción indiscriminada de bosques

Se están destruyendo indiscriminadamente todo tipo de bosques para sembrar cultivos destinados a la elaboración de biocombustibles. Si se piensa en la energía necesaria para talar esos bosques, en los daños causados al clima por la pérdida de esos árboles, en el proceso de arar y cultivar esos campos, en el transporte de esos combustibles, esta destrucción de ecosistemas que son fundamentales para la absorción de carbono de la atmósfera podría llevar a un aumento neto en las emisiones contaminantes, el balance en este aspecto no parece muy alentador.
Solo en América Latina, el cultivo de soja ha causado ya la deforestación de 21 millones de hectáreas de bosques en Brasil, 14 millones de hectáreas en Argentina, 2 millones en Paraguay y 600.000 en Bolivia. En respuesta a la presión del mercado global, próximamente se espera, sólo en Brasil, una deforestación adicional de 60 millones de hectáreas de territorio.
El efecto precio y disponibilidad de los alimentos.

El precio de los alimentos se ha encarecido 45% en los últimos nueve meses y en diciembre pasado se registró el alza de precios mensual más alta en casi 20 años, de acuerdo a estadísticas elaboradas por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, la FAO. Hay tres rubros, según este organismo, que reflejan claramente el encarecimiento visto en 2007: los cereales, con un alza de 41%; aceites vegetales, 60%; y productos lácteos, 83%.

Entre marzo de 2008 y el mismo mes del año pasado, el valor de venta del trigo se incremento en un 130%. El precio del aceite de girasol aumentó un 20% en el primer semestre de 2007. El motivo es el aumento de la demanda derivada de la fabricación de biodiesel con este. También se evidencian efectos negativos en el precio del azúcar y del aceite de palma.

Todo indica que los precios de los cereales podrían subir entre un 20% y un 50% durante la próxima década, lo que dificultaría a la población de muchos países la compra de alimentos básicos como el trigo, soya y el maíz.

Si la dinámica es esta, un aumento desproporcionado de precios en alimentos básicos, los biocombustibles supondrán un aumento del hambre entre los más pobres.

El Programa Mundial de Alimentación de la ONU., sindica a 88 naciones, como incapaces de proporcionar suficiente comida y agua para sus habitantes.

Desgaste y erosión de los suelos

La producción de maíz conduce a una erosión del suelo mayor que la producida por cualquier otro cultivo. Los agricultores al abandonar la rotación de cultivos para plantar maíz y soja exclusivamente, han incrementando el promedio de erosión del suelo. Del mismo modo, la falta de rotación de cultivos también aumenta la vulnerabilidad a las plagas y enfermedades, por ende se requiere una mayor incorporación de pesticidas que en otros cultivos.

Se ha estimado que en Brasil y en Argentina los promedios de pérdida de suelo se encuentran entre las 19 – 30 toneladas por hectárea, dependiendo de las prácticas de manejo, el clima y la pendiente. Las variedades de soja resistente al herbicida han incrementado la viabilidad de la producción de soja para muchos agricultores los cuales han comenzado su cultivo en tierras frágiles propensas a la erosión.

Ante los escenarios descritos, queda responder entonces la pregunta: ¿Biocombustible, alternativa viable?

Si EEUU destina toda la producción de maíz y soja para producir biocombustibles sólo lograría satisfacer el 12% de su demanda de gasolina y el 6% de diesel. Ahora si quisiese sustituir todo el consumo de combustibles fósiles, debiera contar con cerca de 345 mil Km2 de superficie para cultivar, el equivalente a la superficie de la Novena, Décima, Undécima y Duodécima regiones juntas. Por ende EEUU., necesita del apoyo de sus vecinos en Latinoamérica para abastecerse de energía.

Sin embargo, aún los investigadores no se ponen de acuerdo si el biocombustible es tan viable como se ha manifestado. Algunos expertos señalan que el equilibrio energético del biocombustible, la cantidad de energía fósil usada para producir las plantaciones de biomasa comparada con la que será producida no es nada prometedor, presentando incluso graves equilibrios negativos.

Estimaciones de Goldman Sachs sobre el costo de producción de biocombustible derivado de diversas fuentes vegetales, por barril es:

Celulosa: $ 305
Trigo: $ 125
Soya: $ 122
Betabel: $ 100
Maíz: $ 83
Caña de azúcar: $ 45

Según estos datos, la caña de azúcar se sitúa como la fuente vegetal de mayor viabilidad del punto de vista económico.

Por otra parte, contrariamente a lo que suele creerse, en la combustión, el etanol produce más gases de efecto invernadero que la gasolina. El etanol produce un 6% más de dióxido de carbono que la gasolina, lo cual puede poner en duda la idea, de que es más ecológico.

Para buscar una ventaja ambiental a este combustible, habría que recurrir al dióxido de la atmósfera absorbido durante el crecimiento de la planta que produce el etanol (que no se volvería a emitir si no se quemara), así como en los procesos de transformación que sufren las materias primas antes de ser un combustible utilizable o también demostrando que los motores que utilicen etanol tengan un rendimiento mayor que los de gasolina (por lo dicho, bastaría que fuesen un 6% más eficientes).

Obviamente lo que se reduce en emisiones de CO2 con biocombustibles, al talar superficies boscosas para plantaciones queda en nada.

Sin embargo, se están probando y utilizando nuevos productos vegetales no alimenticios como; el miscanthus (una hierba alta de pasto perenne, también denominada "pasto elefante" por su tamaño); el mijo perenne forrajero (panicum virgatum), algunas algas, el rastrojo vegetal del maíz y el bagazo de la caña de azúcar y la biomasa residual de productos industriales o en residuos urbanos, lo cual entra en la generación de biocombustibles de II generación (B2G).

Raya para la suma

Los esfuerzos por pasar de los combustibles tradicionales a los biológicos estarían causando fuertes incrementos de los precios de los alimentos y una gran deforestación a nivel mundial.

Estudios revelan que los biocombustibles son más efectivos cuando se utilizan para la energía térmica y eléctrica que para el transporte.

No se puede ignorar las consecuencias de la conversión de tierras en campos de cultivo de biocombustibles, ya que agravan el calentamiento global aumentando las emisiones de dióxido de carbono. Eso significaría promover sin querer alternativas de combustible peores que los combustibles fósiles para cuya sustitución están diseñadas.

Por último, hay que destacar que ni Europa ni EEUU podrían ser autosuficientes para producción de biocombustibles considerando la tecnología actual. Sólo Brasil podría ser autosuficiente pero a costa de la deforestación de la selva amazónica para convertirla en campos de cultivo. Si quieren cumplir con las metas establecidas o por establecerse, tendrán que importar parte de los biocombustibles, bajar las restricciones comerciales y establecer así un mercado global.

América Latina es una de las regiones con más potencial para ofrecer biocombustibles dadas sus ventajas climáticas combinadas con una baja densidad poblacional.

Chile, por lo tanto, no debiese dejarse llevar por el deseo descontrolado de hacer algo, cualquier cosa, sin pensar en las consecuencias a largo plazo. Antes de ponernos a plantar maíz, trigo y otros cultivos, sustituir bosques o establecer plantaciones agrícolas en suelos poco aptos.

El desafío que surge como país es que debemos investigar, desarrollar la ciencia y evaluar las mejores opciones, como los carburantes de segunda generación (B2G). Acciones como las descritas ya son una realidad, se está avanzando en la dirección y que parece ser la más sensata.

Finalmente, a través de la experimentación y a partir de mejores procesos tecnológicos y materias primas que no se destinan a la alimentación y que se cultivan en terrenos no agrícolas o marginales, será posible zanjar la polémica generada por los actuales biocombustibles y su externalidad al sustituir alimento por carburante.

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